Siempre me he tenido por una persona que sabe leer bien el campo, el entorno y lo que se respira en él.
He sabido separar esas fronteras simbólicas de lo que es la prudencia, la valentía y la temeridad.
Y también es cierto que, a pesar de leerlo, alguna situación ha provocado que mis valores emerjan, diga alguna cosa que no toca, y luego me haya podido arrepentir.
Sí. Ya sé que esto queda un poco en el aire y no se acaba de entender qué tiene que ver con el título de este post. Me explicaré mejor.
En un máster de RRHH que hice en los 90 (nada, hace unos días), teníamos lecturas complementarias que leer en cada una de las asignaturas. Y como no, el docente o la docente que impartía la asignatura te “animaba” a que compraras su libro para hacer más aplicables y extensivos tus conocimientos sobre la materia. Hasta aquí todo en orden. Eran sus costumbres, también las de la escuela de negocios, y había que respetarlas. Yo también tengo un libro, y me encanta animar a la gente a que lo compre y lo lea (por este orden, claro)
¿Y dónde está entonces el problema, Toni? Pues me sigo explicando. Como soy un tipo comprometido y de los que piensan que –“el que paga, aplica”- y ese máster me había costado mis ahorrillos, si dicen que hay que comprar un libro, pues lo compro. Sin rechistar. En formación y educación no voy de rebajas ni busco black fridays. Pero, pero, pero…
… cuando compro un libro, lo primero que hago es … ¿te lo imaginas? Irme a las últimas páginas y mirar la bibliografía. Nunca juzgo un libro por las tapas, eso solo lo hago en los bares, pero sí lo juzgo por su bibliografía puesto que es un reflejo de lo que me voy a encontrar dentro. Y no solo eso, eso me dice mucho del autor/a, ya que demuestra humildad, coherencia, reconocimiento, generosidad, curiosidad y aprendizaje.
Dicho esto. Un día de esos que tocaba esta asignatura, el susodicho docente preguntó quién había comprado el libro en medio de la clase. Yo levanté la mano e, incluso, alcé el libro. En ese momento lanzó una pregunta del tipo –“¿qué nos había parecido?”.
-“He leído poco, pero hasta donde llevo, ya me sonaba” – Dije en un tono conciliador-
– “Vaya, así que no te está aportando nada” – Dijo él, con cierta media sonrisa en su rostro que provocó ciertas risas.
Y aquí es cuando la cagué y no tendría que haber entrado en ello:
-“Algo si”. – Pero he visto que tu libro no hace referencia a ningún tipo de bibliografía
En este momento el silencio invadía el aula.
– “¿Y qué quieres decir con eso, qué problema hay?”- Dijo él en un tono molesto dilatando la respuesta.
-“Nada. Simplemente que en los modelos que explicas da la impresión de que todo lo que cuentas sean ideas tuyas basadas en tu propia experiencia”
La conversación quedó hay. La relación también. Ese día nos olisqueamos y no nos gustamos, como dos animales. Y ese día aprendí algo: nunca expongas en público al macho alfa de la manada, o al pastor que guía a las ovejas. Me da igual con el símil que te quedes. Pero no lo hagas. Lee la situación, calíbrala, y no reacciones. La edad y la experiencia son aliados para responder en lugar de reaccionar.
Y creo que el también aprendió otra. O no. Pero la lección es que no te apropies de aquellas ideas que no son tuyas. Y ahora te hago una pregunta ¿cómo te sientes cuando un responsable tuyo o algún compañero tuyo se apropia de ideas que han nacido en el equipo o en alguno de sus integrantes?
Fíjate todo lo que puede llegar a generar sin ser conscientes de ello en muchas ocasiones:
- Sentimiento de injusticia. Esa práctica, a mi o a ti como colaborador, te coloca en una posición de objeto, de instrumento de una maquinaria perversa para que tu responsable brille, cuando lo que tendría que hacer con su estilo de liderazgo es iluminar, dar voz y respaldo a su equipo. El mensaje es que soy invisible para ti, como un sin techo, por tanto, no me reconoces.
- La motivación se resiente. Directamente cae. De la misma manera que cael el compromiso. ¿para qué voy a aportar nuevas ideas? ¿para que se nutran otros? Y ya sabes en qué deriva esto: menos productividad y aportación de poco valor.
- Pérdida de confianza. La confianza es la base de los equipos de alto rendimiento y funcionales. En la vida nos regimos por valores. Esta práctica de atribuirse méritos que no son propios es una práctica egoísta. La pregunta es ¿son estos los valores que queremos que se den en nuestra compañía? ¿soy egoísta y va con mis valores, o todo lo contrario, atenta contra mis valores porque soy precisamente altruista y generoso?
- Y seguimos con las pérdidas. La del talento. ¿Te gustaría estar en un lugar donde se te menosprecia? Como dice Juan Carlos Cubeiro lo que no se aprecia se deprecia. Antes de que se deprecie tu talento ¿irte es una opción?
- Pérdida de Legitimidad. Como dice el refrán se descubre antes a un mentiroso/a que a un cojo. Sí, ya sé que estás pensando que tu jefe/a lleva años con esa praxis y además está bien visto. Tiempo al tiempo. Yo cada vez creo más en eso del Karma. Y si no te gusta lo del Karma, como diría mi padre, – torres más altas han caído–
- Da que pensar. ¿este tipo de líderes delegan?. En principio poco. Porque les gusta tener el control y el mérito forma parte del control. Delegarán posiblemente aquellas tareas con un alto índice de fracaso porque para las que generan logro ya están ellos ahí, bajo los focos y los aplausos.
En este post te puedes ver reflejado como víctima, como verdugo, como ambas… La cuestión es que tomes acción de qué vas a hacer a partir de ahora. ¿qué quieres como Líder? ¿Qué puedes hacer como colaborador/a? Depende de ti. Como siempre. Libre albedrío.
PD1: “El éxito es fácil de obtener. Lo difícil es merecerlo” .Albert Camus.
PD2: Por cierto, en mi libro hay 25 referencias bibliográficas. Al César lo que es del César. Eso sí, las historias son solo mías y es lo único que nadie puede robarte o plagiarte. Y eso no lo digo yo, lo dice el copywriter Isra Bravo. Aquí, ni arriba ni abajo, aquí.
PD3: Tu plan de acción. Hoy, decido que reconoceré individualmente y/o públicamente a la persona de mi equipo que tenga una gran idea SI/NO