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Objetivos … para qué?

                                                                 “Alicia: ¿ Qué camino he de seguir para salir de aquí?

    Gato: Esto depende en gran parte del sitio al que quieras llegar

     Alicia: No me importa mucho el sitio …

     Gato: Entonces, tampoco importa mucho el camino que tomes”

         Alicia en el País de las Maravillas

Hablar del “para qué” de los objetivos y/o el “poder” de los objetivos, a priori, puede parecer un retorno al pasado en el sentido de que, en el imaginario colectivo, casi todo el mundo dirá que es una evidencia y que está de acuerdo en que hay que ponerse objetivos.

Entonces, si todos estamos de acuerdo, perfecto! será mucho más fácil. Y si te dijera que a día de hoy todavía me he encontrado con alguna empresa que no pone objetivos a sus equipos comerciales? Y sí, es cierto, es una práctica poco común y más asociada a la pequeña empresa. Pero bueno, tampoco es para escandalizarse, las empresas como sistema están formadas por capital humano, es decir, personas que aunque sean la suma de sus partes si los entendemos como equipo en su vida diaria tampoco suelen ponerse objetivos a corto, medio y largo plazo.

Para los que trabajan en estas compañías, cómo saben si están realizando bien su trabajo? Si la estrategia que siguen es la adecuada? Si los clientes con los que colaboran garantizan la viabilidad de su compañía? A qué target emergente deben dirigirse en las nuevas captaciones de cuentas para potenciar, rentabilizar y consolidar su negocio? Son suficientes los clientes nuevos que consiguen durante un año? En base a qué criterios objetivos puede argumentar un colaborador una mejora salarial a final de año? Y en el peor de los casos, cómo se justifica un despido en uno de estos escenarios? Detrás de estas preguntas hay respuestas del tipo: para qué vamos a poner objetivos si luego no se cumplen; yo confío en la gente y que cada uno haga su trabajo; tú ya sabes que cuanto más venden más ganan; el mercado está como está y se trata de mantenerse …  Lo que esconden realmente no sé si es una mezcla entre miedo y des-in-FORMACIÓN.

Y bien, al margen de cómo tienen que ser estos objetivos ( S.M.A.R.T ), de que siempre es ideal que los plasmemos por escrito, lo que nos atañe a la importancia de la fijación de los mismos es que:

1.- Existe una meta clara, un destino. Como en fragmento de Alicia en el país de las maravillas si no sabemos dónde ir solo gastaremos tiempo, energía, dedicación y acumularemos frustración derivada del vagar aleatoriamente. El destino es lo importante – a dónde -, y disfrutar del viaje también, por supuesto. Si esto lo tenemos claro – los cómo – ya saldrán.

2.- Te mantienen focalizado. Imagínate si cuando viajas, además del destino final, te divides el itinerario en pequeños lugares que son parte del viaje y te refuerzan la certeza de que vas en la buena dirección. Divide el gran objetivo en objetivos más pequeños. A que parece todo más fácil?

3.- Permiten corregir desviaciones. Si el itinerario que has elegido no te lleva dónde quieres en el tiempo y la forma que esperabas tienes dos opciones: perseverar o tener la humildad suficiente de abandonar esa ruta y probar otra. Lo bueno: siempre habrás aprendido algo en ese viaje que te permitirá ser más eficiente en posteriores retos.

4.- Te mantienen vivo. Hay personas que se levantan por la mañana y no tienen una razón, un objetivo, una motivación. Lo mismo pasa en el plano laboral, si no existen unos objetivos diarios, un –qué quiero conseguir hoy – se puede generar una tendencia a la apatía y a la procrastinación.

5.- Te permiten superarte. La mayoría de nosotros conoce la satisfacción que proporciona haber alcanzado el objetivo propuesto. Haz memoria: conseguiste las ventas anuales, o ser finisher  en un triatlón, o  acabar una carrera, hacer un viaje, tener una relación de pareja plena … Si lo hemos hecho una vez podemos hacerlo dos, tres, cuatro … solo hay que revisar la receta del éxito, lo que ya hicimos bien en esa ocasión. Recuerda que los límites ( objetivos ) los pones tu.

Y celebra. Cuando consigas un hito celébralo. No estamos acostumbrados a celebrar nuestros éxitos. Pasamos de un estadio a otro sin darnos cuenta de como ha sido esa transición. Si en el objetivo conseguido han intervenido más personas compártelo, hazles partícipes, agradéceselo, apela al reconocimiento de su contribución y se generoso/a.

Tan solo nos quedan dos meses para acabar el año: noviembre y diciembre. Qué objetivo te has propuesto para estos dos meses? Es en el plano personal o laboral? Eso sí, no basta con solo pensarlo … ACCIÓN!

Toni Cátedra

Coach Ejecutivo